lunes, 23 de abril de 2018

ESTILÍSTICA DEL ADJETIVO: EBAU, SEPTIEMBRE 2017. A LA CARTA


Pese a que el estómago moderno se ve condenado a aceptar toda clase de comida basura, no por eso a la hora de digerirla deja de ser muy delicado, exigente y reactivo, cosa que no se puede decir del cerebro humano, un órgano increíblemente sofisticado, pero incapaz de rechazar la basura intelectual que recibe cada día. El estómago tiene en el olfato y en el gusto dos controles de entrada de los alimentos. Todo va bien si le gustan; en caso contrario el estómago te lo hace saber enseguida. La acidez y la indigestión constituyen sus primeras formas de rechazo, que pueden llegar al vómito o a la gastroenteritis cuando detecta un grave peligro de intoxicación. A su manera el cerebro humano también recibe gran cantidad de alimento intelectual deteriorado todos los días, pero carece de un mecanismo de autodefensa que le proteja del veneno que conllevan algunas ideas. Los múltiples e infames rebuznos de las redes sociales, las noticias tóxicas y manipuladas de los telediarios, la grumosa sociedad ambiental de la corrupción política que uno se ve obligado a respirar, los insoportables gallineros de algunas tertulias que llenan el espacio de opiniones estúpidas, si toda esa bazofia fuera comida, el estómago la vomitaría de forma violenta enseguida, pero he aquí que el cerebro la acepta de buen grado, la amasa con las neuronas, la hace suya y pese a ser tan letal ni siquiera reacciona con una ligera neuralgia o con un leve dolor de cabeza. El estómago podría servirle de ejemplo al cerebro. Comer poco, bueno y sano se ha convertido en una moda culinaria, casi en una forma de espiritualidad. También se puede aplicar al cerebro la dieta mediterránea para desintoxicarlo. He aquí la carta: una mínima dosis de noticias imprescindibles, un buen libro en la mesilla de noche, alguna serie de TV, música clásica y el móvil siempre apagado.
Manuel Vicent, (El País 19/03/2017)



CUESTIONES DE LENGUA [BLOQUE III]:

4. [1,5 PUNTOS] Valor estilístico del adjetivo en el siguiente fragmento: Los múltiples e infames rebuznos de las redes sociales, las noticias tóxicas y manipuladas de los telediarios, la grumosa sociedad ambiental de la corrupción política que uno se ve obligado a respirar, los insoportables gallineros de algunas tertulias que llenan el espacio de opiniones estúpidas, si toda esa bazofia fuera comida, el estómago la vomitaría de forma violenta enseguida.

POSIBLE RESPUESTA: Recuerda que tienes que analizar los adjetivos que hay en el fragmento, describiéndolos ([0,5 p] forma [cómo se han compuesto –primitivo, derivado, compuesto o parasintético, y si hay algún diminutivo/aumentativo–, grado positivo/comparativo/superlativo], posición [antepuesto o pospuesto, envolvente, acumulado, gradación, binarios-ternarios] y función [adyacente, atributo o predicativo]), analizándolos ([0,5 p] especificativo, explicativo, relacionales, descriptivos, valorativos, epítetos) y marcando (0,5 p) cuál es el valor que desempeña en el texto, por qué y cómo lo usa el autor. 

El autor adjetiva de manera contundente para dejar clara su opinión. Para ello se vale de adjetivos envolventes (múltiples e infames rebuznos de las redes sociales, grumosa sociedad ambiental, insoportables gallineros de algunas tertulias) para rodear al sustantivo y valorarlo de manera amplia. La mayoría de adjetivos son derivativos en grado positivo (infames, sociales, tóxicas, manipuladas,…) en función de adyacente, incluyendo un par de subordinadas adjetivas especificativas con la misma función ("que uno se ve obligado a respirar", "que llenan el espacio de opiniones estúpidas") y un par de complementos de nombre regidos por preposiciones que también complementan al sustantivo ("de los telediarios", "de las redes sociales", "de la corrupción política", "de algunas tertulias") y que especifican dónde se han realizado esos actos. También destacan algunos adjetivos relacionales (redes sociales, corrupción política, sociedad ambiental), que buscan describir objetivamente a qué está criticando. En definitiva, las connotaciones peyorativas de muchos de los adjetivos nos muestra sin lugar a dudas qué piensa el autor sobre el tema tratado.

1 comentario:

  1. Hola a todos. Queda poco y es importante que vayáis cogiendo la terminología adecuada, que es la que hará que vuestro comentario suba de nivel. Con ese fin, recordad que siempre hay que justificar todo lo que decís, y una de las cosas en las que menos os lucís es en encontrar los rasgos que nos lleven a las funciones del lenguajes. Aquí os dejo unos cuantos detalles de cómo hay que ver esos rasgos:

    Función apelativa: se ve en el intento de convencer al lector de que siga su menú para que este se desintoxique de la basura intelectual e informativa y que queda reflejada en su tesis (he aquí la carta).

    Función expresiva: la voz personal de Manuel Vincent aparece en la aparente objetividad que busca al usar continuamente el verbo en modo indicativo (ve / se puede decir / tiene /gustan), una voluntad de estilo clara que se refleja en la sintaxis elaborada, marcada por el exceso de puntos y seguido que busca la precisión y la claridad de sus argumentos. La adjetivación es connotativa, buscando en todo momento matizar su opinión sobre este tipo de información que recibimos cada día. La repetición de las dos palabras clave en el texto (recurrencia léxica): estómago y cerebro, para dejar clara la comparación entre ambas, aportan cohesión al texto así como los conectores del discurso, comenzando por ese concesivo (pese a que) con el que atrapa desde el comienzo en la lectura. También deberíais remarcar alguno más de los múltiples conectores y explicar por qué es usado, solo los más relevantes.

    Función referencial y función poética: se ve en el uso de sus argumentos de hecho al explicar cómo funciona el estómago humano y al hacer una analogía con el comportamiento del cerebro o las metáforas culinarias (comida basura, dieta mediterránea).

    ResponderEliminar