Hoy
es martes, pero en estos días muchos españoles se enfrentan a una elección
trascendental. Son los españoles que más cuentan, aquellos que aún no se mueven
por rencores ni prejuicios adquiridos, sino que cuando levantan la cabeza lo
único que ven es el futuro. Son los que saben que nadie va a venir a
solucionarles la vida, sino que aspiran a sumergirse en un reto personal e
intransferible y lo hacen con enorme convicción. Están a punto de dar un paso
trascendental, después del lujo de la irresponsabilidad. Muchos jóvenes
españoles, después de pasar el examen de Selectividad, que será sustituido por
exámenes similares con otro nombre tan feo, afrontan en estos días el proceso
de matriculación en sus universidades.
La
elección de lo que van a estudiar en los próximos cuatro años, de dónde van a
colgar su esfuerzo, de cómo van a transformar su vocación y su pasión en una
profesión, es una de las elecciones más trascendentes, por mucho que nadie
parezca prestarle atención. El futuro de nuestro país depende de ello, porque
del acierto al escoger y del funcionamiento universitario pende nuestro
destino. Hay muchos jóvenes a los que su entorno intenta inclinar hacia
carreras cargadas de promesa de empleo, de futura estabilidad, de rentables
ingresos. Ojalá que su perspicacia les ayude a entender que lo más rentable de
una vida profesional es entregarla a aquello que te apasiona […]
Aún
no saben que toda carrera te decepciona. No puede ser de otra manera si guardas
enormes aspiraciones. Pero a lo mejor encuentran una asignatura, un profesor,
un compañero, un cruce de senderos, una intuición que les guíe hasta ese sitio
en el que imaginan la vida plena de adultos. El panorama es desolador. Nunca ha
estado tan desprestigiado estudiar ni tan prestigiado ser imbécil. Nunca la
propaganda comercial ha puesto tanto empeño en disfrazar el vacío de plenitud.
Nunca estuvo tan abandonado el valor educativo sin un gramo de culpa. Por eso
lo tienen más difícil que nadie. Y estos días su elección y su tino dibujará
nuestro futuro.
David Trueba, El País, 21/06/2016
1. [1 punto] Tema y estructura del
texto.
2. [1
punto] Resumen.
3. [1,5 puntos] Actitud e
intencionalidad de la autor. Justificación con los elementos lingüísticos relevantes
en el texto.
4. [1,5
puntos] Tipo de texto y modo de discurso. Justificación con los elementos lingüísticos relevantes en el texto.
5. [1,5 puntos] Valoración personal
del texto.
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