“La palabra es y ha sido el arma más hermosa del mundo” (Patti Smith)
Me amparo en esta frase extraída de una
entrevista reciente a Patti, esa voz de chamana feminista, para “disparar”
apuntando a una cuestión ineludible en estos momentos: el paro feminista,
global y transversal del 8 de marzo. El sólo hecho de que esta
convocatoria esté bullendo en las conversaciones cotidianas, en las redes
sociales, en los medios de corto y largo alcance, me parece un movimiento de
tierras importante. Pero es tan novedosa y amplia, tan diversa y permeable, que
está desbordando los márgenes de lo que reconocemos como acción política civil,
no encaja en los marcos establecidos y hay quiénes por esa razón pretenden
desvirtuarla.
El patriarcado ha desarrollado tácticas
muy efectivas para desdibujar aquello que puede ponerlo en cuestión, suele
conseguir que miremos al dedo que señala y perdamos de vista el cielo. Así que
ciertos debates se han quedado enganchados en la herramienta, en el instrumento
de la huelga, en lugar de atreverse a ahondar en las raíces, que son profundas
y ancestrales. Hay quien dice que se han mezclado consideraciones políticas y
económicas en todo esto, ¡ja! como si realmente no supiéramos de qué hablamos,
ya sabéis, las feministas enloquecidas que lo mismo nos inventamos palabras
como cruzamos churras con merinas.
Quizá debamos empezar a hacer un acto de
apertura mental, dar espacio a nuevas formas de reivindicación, denuncia y
rebelión y aprender a ver también la fuerza de los pequeños gestos. Se ha convocado una huelga de trabajo,
de cuidados, de estudios y de consumo, se plantean también paros de 2 horas, se
propone colgar delantales en las ventanas, se han escrito cientos de artículos,
se han compuesto canciones, se han creado ilustraciones… Y tanta posibilidad
nos descoloca y no sabemos cuál es las más “feminista de verdad”, la más
sensata, la más contundente… la incuestionable. A lo mejor tanta duda tiene que
ver con esa manera de mirar y valorar las cosas en términos de “ganar – perder”
o “éxito – fracaso” que creemos como única mirada posible. Y todo cuantificable
y con mucha gráfica, por supuesto.
Y ellos también con dudas y sin estar
seguros de qué hacer ese día, ellos los feministas, quiero decir, los que no se
reconocen como tal no tienen problema alguno para seguir perpetuando un mundo
cojo e insolidario, como lo hacen cada día.
Pues lo que a mí me pasa es que me vale
cualquiera de las formas, me gusta que se abra el abanico para apoyar este 8 de
marzo tan especial.
Lo que quisiera que nos interpelase como
sociedad son todas las razones que han impulsado este paro en todos los
ámbitos, en tantos países. Lo que me parece verdaderamente
revolucionario es ver cómo se abre paso esa corriente que está provocando que
se pongan sobre la mesa y se aborden las injusticias que han marcado nuestra
historia y que están determinadas por el hecho de nacer hombre o nacer mujer.
Me quedo con todas las formas porque
también son diversos los lugares donde nos encontramos cada una, porque soy
consciente de que la mayor precarización laboral está feminizada, porque el
trabajo doméstico y de cuidados continua siendo invisible pero imprescindible,
porque consumo y responsabilidad deben ir ligados, porque el sólo hecho de que
los hombres que quieren apoyar el paro se estén planteando cómo hacerlo y dónde
colocarse ya es valioso, porque un mandil es una preciosa bandera para lucir en
la ventana y puestos a elegir entre las que llevo viendo durante meses, me
quedo con esa. Porque me gusta sentir que no se cierran puertas a nadie.
Yo sí voy a hacer huelga y estaré en la
calle. Y lo voy a hacer por mí y por TODAS.
Estaré por las que estuvieron y las que
estarán, junto a las que gritarán consignas y canciones, con las que lucirán
delantales en las fachadas, por las que seguirán trabajando ese día como si
nada porque no pueden plantearse otra cosa, con las que no gastarán un euro,
con las que no asumirán ese día las tareas domésticas, con las que simplemente
lo intentarán pero acabarán dejando algo preparado el día antes, por las
abuelas que se harán cargo de los nietos y nietas para que mamá pueda salir a
las calles sola y despreocupada (como tantos otros días). Estaré por mis
abuelas claro, con mi madre y su eterna carga mental que sigue haciendo que se
preocupe por mis necesidades aunque ya tenga 43, por las hijas de mis amigas y
por sus hijos también, por las que no tienen vagina, junto a las que se
inventan palabras… Por las que no aparecen en las estadísticas de población
activa, aunque combinan tres trabajos limpiando casas que no son la suya y
cuidando a personas que no son su familia, por las que pelean cada día por el
feminismo y lo pagan caro, con los hombres feministas que nos acompañan, por
las acosadas que han de callar, por las violentadas, las insultadas, juzgadas,
perseguidas, las traficadas. Estaré junto a las lesbianas, por las extranjeras
sin papeles, por las que cargan la cruz de la etnia además de la de género.
Estaré por las asesinadas por aquellos a
los que amaron alguna vez, porque no quiero más minutos de silencio, por las
que sufren cada año la ablación, por las ocultas bajo el burka, por las
privadas de educación, por las que rompen techos de cristal y quedan magulladas
y por las que no consiguen hacerlo. Estaré también por las que no entienden
nada, por las que creen que no hace falta, por las que se sienten protegidas y
privilegiadas por el patriarcado, incluso por las y los que tratan de frenar al
movimiento feminista.
Lo que nos servirá para el futuro, será
desde luego lo que suceda el jueves, pero sobre todo, lo que empiece a cambiar
desde entonces y por supuesto, lo que ya ha empezado a cambiar.
Gema Martínez, maestra, música, Gilda,
Mala hierba, en elfaradio.com, 7 de marzo de 2008